Gestión, administración, calidad… Créeme cuándo te digo que son áreas tratadas como los patitos feos de los negocios.
Sin embargo, marketing, ventas, comercializar, incrementar la cartera de clientes, estas secciones suelen molar un poco más.
El escaparate. Lucir bien los negocios y ver cómo crece la cartera de clientes, es mucho más agradable y reconfortante que trabajar en la administración de cualquier empresa.
Yo lo vengo experimentando toda mi vida profesional. Hoy por hoy, percibo ese desequilibrio incluso en los procesos de transformación digital.
Empresas que están a pleno rendimiento, desde hace años, con una cartera de clientes sólida, enfocan su crecimiento en crecer en ventas: Tener una web, un plan de marketing, estar en redes sociales, etc.
Que está bien, pero ¿su gestión interna está preparada para un crecimiento exponencial?.
Es cierto que, llegado un momento, los negocios trabajan sobre la eficiencia, productividad y sobre la satisfacción de los clientes, entre otras cosas.
Según mi criterio, casi siempre van tarde y se centran en el producto o servicio final, pocas veces en los procesos de gestión y trabajo interno, o en la coordinación de equipos entre los distintos departamentos.
Un gran porcentaje de población, cuando se le pregunta qué entienden por buena calidad o “de calidad” su respuesta es “que algo es bueno”.
En cierta forma, llevan razón. Según una de las definiciones de la RAE, significa superioridad, excelencia.
Pero cuando llevamos el concepto calidad a los negocios, se convierte en una forma de trabajar.
La calidad resulta ser todo un proceso, con nombre y apellido: LA MEJORA CONTINUA.
Igualmente, también se suele hablar de la mejora continua, bajo mi criterio, a la ligera.
Hay profesionales que incluso consideran, el simple hecho de realizar cursos de formación, cómo que tienen un negocio en el que aplican la mejora continua.
Obviamente, por desconocimiento de lo que hoy cuento en este artículo.
La mejora continua se divide en cuatro etapas:
Estas cuatro etapas, llamadas el ciclo de Deming o PDCA (por sus siglas en inglés), son:
En resumen, consisten en:
Planificación: Determinación de objetivos y métodos. Se lleva a cabo tras una etapa de análisis. En esta etapa se definen actuaciones y propuestas de mejora.
Realización: Implantación o implementación de las acciones definidas en la etapa anterior. Siempre teniendo en cuenta a los implicados, en cuanto a comunicación y formación.
Verificación: Es la etapa de seguimiento y evaluación de las acciones de la etapa anterior.
Actuación: Definición de aspectos a mejorar extraídos de la etapa de verificación.
Justo cuando se termina esta etapa, se planifican las actuaciones de mejora, con lo que volvemos de nuevo a la etapa uno.
Y así, indefinidamente, durante toda la vida de la empresa.
¿Te parece un “peñazo” estar pensando en estas etapas en tu negocio?.
No estás solo/a en ello. Cuando me ha tocado explicar estas fases, que así, sin más, es pura teoría, lo primero que escucho es:
Por pensamientos y reacciones como esta, es por lo que la mejora continua, es sólo uno de los pilares en la gestión de la calidad.
Otro de los pilares es la PARTICIPACIÓN E IMPLICACIÓN TOTAL DE LAS PERSONAS que trabajan en la empresa.
En realidad, sí que hay que emplear un tiempo e inversión económica en implementar la calidad.
Tiempo que poco a poco se va recuperando y que se “compensa” con otros beneficios que conlleva el trabajar bajo un modelo establecido.
Trabajar con unos estándares de calidad, transformar la gestión de la empresa, y llegar a obtener unos beneficios de ello, es una carrera de fondo, en la que el protagonista no es el cronómetro, sino las personas.
Está claro, alguien, en algún momento, toma la decisión de implantar un sistema de calidad.
Principalmente por dos motivos:
Obviamente, cuando dentro de las motivaciones incluimos esta última, el camino es mucho más fácil y sostenible en el tiempo.
Para implementar con éxito un modelo de calidad y cambiar la metodología de trabajo en la administración de las empresas, es más importante la aCtitud que la aPtitud.
Las acciones a realizar pueden llegar a ser muy simples, y no requerir grandes conocimientos, pero sí un pensamiento y una mentalidad alineados con una nueva forma de trabajo.
Más importante aún es el afrontar la filosofía de mejora continua cómo lo que es, y no cómo una herramienta de competitividad insana, control o castigo durante los procesos de trabajo.
Sobre esto podemos escribir un libro completo. Aunque voy a tratar de resumir.
Trabajando bajo un modelo de calidad se consigue:
¡¡Casi nada!!.
Obviamente, las consecuencias y mejoras en todas las áreas, reportan unos beneficios, que podemos enumerar en:
Aquí es dónde quería yo llegar.
Estos beneficios son los que hacen que una empresa sea SOSTENIBLE en cuanto a crecimiento, bienestar de sus trabajadores y satisfacción de sus clientes.
Una vez te he contado todo lo relacionado con gestión, calidad y mejora continua.
¿Qué tal si hacemos que se den la mano con el área de marketing?
Un sistema de calidad, además de cómo herramienta para la sostenibilidad de los negocios, también la podemos y debemos poner al servicio de las acciones de marketing.
Establecer un acercamiento con los clientes, y tener medidas nuestras acciones, haciendo un seguimiento de la evolución de forma continuada, proporcionará mucha información para llevar a cabo campañas y lanzamientos de servicios o productos, de forma más acertada y eficiente.
Por supuesto, las propias acciones de marketing, también te recomiendo, las ejecutes siguiendo la filosofía de la mejora continua.
Es cierto, que pensar en afrontar un proceso de transformación de tal envergadura, da un poco de “yuyu” para depende qué negocio o empresa.
Si nos ponemos a buscar publicaciones y documentación sobre modelos establecidos de calidad, cómo son las normas ISO, es lógico que eso ocurra.
Nos podemos “perder” en un mar de documentación y términos que ralentizan y no motivan para nada gestionar el cambio.
La implicación de la empresa, así cómo la contratación de personal cualificado en la materia, supone un gran impacto económico y en tiempo.
Obviamente, cómo ya te he comentado, los beneficios son múltiples.
Pero ¿qué ocurre si una microempresa o profesional independiente se muestra interesad en trabajar bajo un modelo de calidad?.
Pues que lo ven imposible y lo descartan de sus posibilidades.
Ahora bien, con un simple cambio de mentalidad y teniendo en cuenta todo lo que te estoy contando en este artículo, es posible establecer pequeñas acciones de forma estructurada y controlada, para conseguir que tu negocio gane en calidad.
Por ejemplo, planificar las acciones con más detenimiento y/o establecer unas tareas de revisión durante y después de la ejecución de tareas.
Siempre desde una perspectiva constructiva y aprendiendo de los errores.
Las pequeñas acciones a las que me refiero, las dejo para otro capítulo, ya que dan para muchas cuestiones de las que hablar.
Precisamente, poniendo en práctica todo lo anterior, al inicio de mi emprendimiento digital, es cómo comencé a diseñar el Modelo de Madurez Virtual.
Una metodología de gestión en digital basada en los sistemas de gestión de calidad y pensada para la administración interna y gestión de cualquier negocio.
Te invito a que lo conozcas más en profundidad:
Sin más, me despido, y te recuerdo:
Artículos sobre gestión y herramientas digitales, procesos de digitalización, implementación de metodologías, sistemas de calidad, equipos digitales, productividad, organización digital, mejora continua…
© 2022 Victoria Delgado
Modelo de Madurez Virtual es una marca en proceso de registro en la Oficina Española de Patentes y Marcas.
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